Erase una vez... un carpintero en Rusia, el mejor del momento. Su prestigio era bien reconocido en todo el país. Sin embargo esto no evitaba sentir la soledad en su trabajo. Así que un día tomó un trozo de madera de la mejor calidad, resto de un trabajo para el rey. Ese pedazo de madera fue tallado en forma de muñeca, con tal detalle que la obra cobró vida. Así el hombre la llamo "Matriuska" y esa noche se fue a dormir lleno de orgullo...
En mitad de la noche el carpintero se despertó, entonces oyó a la muñeca llorar en la oscuridad. A la mañana siguiente le preguntó ¿por que llorabas anoche matriuska, no eres feliz? A lo que ella respondió "me siento muy sola, quiero tener una hijita". El carpintero conmovido por esa sensación muy bien conocida decidió ayudarla. Fue a crearla una hijita pero no encontró material que sirviera, así que finalmente tomó un pedazo menor de su propia muñeca, creando una nueva a la que llamaron "triuska"...
La noche siguiente fue la nueva muñeca la que lloraba, y su pena se puso fin de igual manera, dando lugar a una tercera muñeca llamada "uska". El fenómeno se repitió la noche siguiente, con misma solución, creando a una cuarta obra minúscula llamada "ka", sabiendo lo que pasaría la noche siguiente el carpintero pintó un bigote en la muñeca, quedando satisfecha. FIN
No es oro... |
...todo lo que reluce |
Imágenes: Luis R. Pertierra (Palacio Pushkin - Rusia, 2008)
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