Los terremotos son, en esencia, una liberación de energía del interior de
la Tierra (con profundidades variables de entre pocos kilómetros hasta varios
centenares) provocando un temblor que se trasmite hasta la superficie. A estos se suman las deformaciones del terreno por las presiones internas generadas. Aquí detallamos un poco más sobre los terremotos y las deformaciones asociadas al vulcanismo así como su estudio por parte de los sismólogos y geofísicos.
En Islandia se puede observar la divergencia de la falla americana y europeas, siendo
un lugar de terremotos y actividad volcánica asociada a la dorsal oceánica.
Dentro de los terremotos podemos distinguir unos cuantos tipos, pero
básicamente aparecen dos tipos de eventos:
Tectónicos. Asociados a fallas de placas. En
ambientes volcánicos se clasifican en regionales (TR) si provienen del entorno
exterior, o locales (VT: volcanotectónicos) si se registran como provenientes
dentro del ámbito del volcán.
Volcánicos. Son asociados a la propia actividad de los
volcanes. Dentro de ellos aparecen los seísmos de largo periodo (LP) de baja
frecuencia, generalmente en los sistema hidrotermales; asociados a la cámara
magmática , los tremores (el ‘rumrum’ del volcán) y los seísmos híbridos.
Los distintos tipos de terremotos muestran diferentes señales
Cuando un terremoto se produce decimos que el hipocentro es el lugar fuente del interior,
mientras que el famoso epicentro no es más que la representación en superficie
de tal fuente.
El estudio de la actividad sísmica es un complejo proceso de interpretación
a partir de triangulación de datos registrados en una red de estaciones
separadas entre sí. A partir de la forma de las señales espectrales
registradas, la velocidad de llegada y el recorrido geológico los sismólogos
averiguan el tipo, duración, frecuencia, distancia y energía de los terremotos
(magnitud).
En Isla Decepción hay dispuesta una red de 5+1 estaciones
sísmicas actualmente monitorizando el activo volcán antártico
Los aparatos que recogen la actividad sísmica son los sismómetros. Al ser
aparatos muy sensibles registran una gran cantidad de ruido que los sismólogos
deben descartar. Este ruido puede producirse por el viento, el oleaje,
derrumbes cercanos e incluso perturbaciones por el pisoteo de fauna. Si, una
gaviota andando próxima al aparato es capaz de causar un efecto similar al T-Rex
de Parque Jurásico, ¡por suerte el eco rítmico causado por pisadas es
fácilmente identificable! (aunque más de uno se ha llevado algún susto por
ello).
Para interpretar un sismograma debemos tener en cuenta que nos muestra las
ondas propagadas en los 3 ejes dimensionales (XYZ). La componente Z nos da la
coordenada vertical, registrando sobre todo las ondas longitudinales, que son
las primeras (P) que llegan y se sienten como un primer bote. El componente X
corresponde al eje este-oeste mientras que el Y informa del eje norte-sur,
conjuntamente registran las ondas de cizalla (transversales). Estas ondas
secundarias (S) vienen poco después y son las que nos hacen sentir el vaivén
horizontal siendo causantes primordiales de daños estructurales en nuestras
infraestructuras. No debemos confundirlas con replicas (estas son nuevos
terremotos asociados).
Un sismograma representa las 3 direcciones de propagación
de las ondas sísmicas en el espacio y el tiempo
Por otro lado, actualmente la deformación del terreno es una medida
alternativa de la actividad volcánica perfeccionada con la revolución del uso
de GPS ¡los tradicionales teodolitos eran poco prácticos para seguimiento en
tiempo real! El estudio de la deformación conlleva de medidas geofísicas muy
precisas que a veces pueden predecir erupciones antes que la sismicidad. Este
comportamiento de deformación presenta procesos expansivos y de elevación
seguidos de procesos compresivos y de subsidencia. Para ello hay que contemplar
muchos elementos distorsionadores como pueda ser el mero régimen mareal. Las
actividades eruptivas de algunos volcanes como el Etna son predecibles gracias
a aumentos de sismicidad pero otros como el Cayauquen avisa antes a través de
deformaciones.
En la Isla Decepción se realiza un monitoreo de la actividad
sísmica del volcán por parte del programa español desde 1989
La sismología y la geodesia avanzan a grandes pasos, siendo claves para la
vigilancia volcánica en espacios como la singular Isla Decepción en Antartida,
descrita ya en una entrada previa. ¡Con
todas estas mediciones un volcán monitoreado no tose sin que lo sepamos!
Textos: Luis R. Pertierra (Fuentes: Vanesa
Morales & Enrique Carmona, Univ. De Granada, Amós Gil, Univ. De Cadiz).
Figuras:Vanesa Morales & Enrique Carmona,
Univ. De Granada.
Imágenes: Luis R. Pertierra (Antartida 2012,
Islandia 2013)
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