La Isla Macquarie (54°30S, 158°57E) es una reserva de vida silvestre en
mitad del Océano Austral, situado en el borde de las placas pacífica y
australiana. Se encuentra a mitad de camino de la Antártida Este, a unos 1000
km de Australia y 800 de Nueva Zelanda, en la región conocida como los furiosos
50°, denominada así por sus fuertes vientos.
Historia humana
Fue descubierta accidentalmente en 1810 y desde entonces explotada por
foqueros y pinguineros para la obtención de grasa, industria creciente que a
finales del siglo XIX domino la compañía Hatch & Co. Estos pobladores
introdujeron gatos (Felix silvestris)
que se asilvestraron en la isla, y después los conejos europeos (Oryctolagus cuniculus) y las wekas o ‘rascón austral’ (Gallirallus australi) como fuente extra de alimento. Igualmente
el ratón común (Mus musculus) y la
rata de barco (rattus rattus) se
establecieron en la isla. Durante el siglo de ocupación se cazaron más de 5
millones de pingüinos y cientos de miles de focas. En 1919 se abandonó
completamente la explotación de la fauna nativa tras su casi completo
exterminio. Actualmente distintos restos históricos de tales actividades pueden
observarse por toda la isla en forma de hornos de hierro para fundir la grasa
animal.
Seguidamente llegaron los expedicionarios antárticos, entre 1911 y 1914 la
isla fue elegida por el famoso explorador australiano para establecer un destacamento
estratégico y enclave de radio gracias a su ubicación idónea en medio del
océano austral. Así el destacamento Macquarie actúa como puesto avanzado de los
exploradores antárticos permitiendo abastecerlos a en sus empresas polares, así
como comunicarlos con el continente australiano. Este puesto de enlace es
abandonado posteriormente a comienzos de la primera guerra mundial. A resultas
de las presiones del propio Mawson en 1933 la isla se declara santuario de vida
silvestre como parte del estado de Tasmania. El lugar del destacamento de
Mawson se retoma en 1948 como base científica permanente, la cual fue creciendo
y alojando investigadores, llegando hoy a la 67º campaña de ANARE (Australian
National Antarctic Research Expedition).
La singular geología y
climatología de una isla atemporal
La geología basáltica de la isla es prácticamente única en el mundo, se
trata del mayor afloramiento de corteza oceánica profunda, permitiendo conocer
de primera mano la geología de la corteza marina. Esto da lugar a una serie de
formaciones rocosas de notable belleza paisajística como son los basaltos
columnares, gabros y doleritas, y que contribuyen a los de por si originales
nombres de la toponimia cartográfica de la isla (tales como pico pirámide,
cortado ventoso, primer barranco o la garganta verde).
La climatología de la isla es extraordinariamente estable debido a su singular
ubicación, fuertemente afectada por el océano circundante (es un islote de
tierra en mitad de la mar). La estacionalidad prácticamente sólo se reconoce
por la oscilación lumínica (e incluso esta es atenuada por la nubosidad), pues
las temperaturas medias oscilan de verano a invierno solamente unos 4 grados
(Selkirk y col. 1990). Pero esta ‘estabilidad’ conlleva fuertes vientos
permanentes (rondando habitualmente 20-40 nudos), la abundancia de nubosidad
(con más de 300 días al año con precipitaciones) y bajas temperaturas (entre 4
y 8 grados de medias mensuales);
haciendo de la isla un lugar extremo para la vida.
Su ubicación la convierte además en un lugar privilegiado para la
observación de auroras australes, aquí la desviación del polo magnético es de
hasta 32°, lo que provoca que la corrección de la brújula sea precisa si no
quieres perderte en los 150 km2 de campo sumido en la niebla. A
resultas, el magnetismo que genera las aureolas polares de las auroras es
máximo en esta zona, y con cielos despejados (el gran reto) y una mínima
actividad solar son fácilmente observables. Por el contrario, en noches sin
actividad auroral ni lunar, la profundidad de campo del cielo nocturno es
asombrosa.
La isla como refugio de biodiversidad
En este ambiente hostil la vida se ha desarrollado para adaptarse a las
condiciones. Las especies de plantas vasculares adoptan formas almohadilladas y
se asocian con los briófitos en las partes más expuestas. A su vez en las zonas
costeras las especies vegetales presentan adaptaciones para resistir los
efectos de la mega-fauna nativa. Se distinguen tres grupos de mega-fauna marina
reproductora en la isla: los pingüinos, focas y aves marinas nidificantes.
Los pingüinos son los más abundantes en número. El pingüino Real o ‘Royal’ (Eudyptes schlegeli)
solamente nidifica en esta
isla siendo uno de sus grandes atractivos. Por otra parte el pingüino Rey (Aptenodytes patagonicus) forma colonias de
cientos de miles de individuos. Otras dos especies son frecuentes: pingüino
Gento (Pygoscelis papua) y el
pingüino Saltarrocas (Eudyptes chrysocome) y alguna más divagante. El pingüino Rey tiene una
estrategia de cría singular de pollos de 14 meses que les impide criar
anualmente. De tal forma se pueden observar en una misma pinguinera distintos
estadios simultáneamente, esto es unas parejas engordando a juveniles con
plumón a la vez que otras parejas empollando huevos.
Los lobos marinos subantárticos, antárticos y neozelandeses (Arctocephalus sps.) fueron prácticamente esquilmados por las
actividades cazadoras y aun hoy quedan muy pocos. Esto contrasta en comparación
a otras islas donde sus niveles se han recuperado hasta inflarse más allá de
sus poblaciones originarias, por causa de la ausencia de competidores tróficos
hoy en día como muchas de las ballenas.
Los elefantes marinos (Mirounga
leonina) son hoy por hoy los principales habitantes de las playas
desocupadas de pingüinos. Su ciclo de vida en tierra incluye la fase de lucha
por los harenes en primavera, seguida de los partos y la lactancia de los
juveniles mientras los machos regresan al mar a alimentarse, pasado un tiempo
estos empiezan a nadar y es cuando las orcas patrullan la isla a la caza de
individuos desprevenidos. Finalmente llega la época de muda, la cual es
secuencial permitiendo el uso del mismo espacio de manera ordenada, primero
juveniles, luego hembras y finalmente los machos. Estos se apelotonan juntos
para aprovechar el calor corporal mutuo, sin apenas enfrentamientos, esta
maravillosa auto-inhibición se llama cigmotactismo positivo y les permite aprovechar
el momento sin preocuparse de pasadas o futuras trifulcas.
El albatros viajero o errante (Diomedea
exulans) es el mayor representante de la variada avifauna marina que
encuentra aquí un refugio para sus amenazadas poblaciones, entre los que se incluyen
los petreles gigantes y el elegante petrel tiznado. La llegada del hombre trajo
introducciones y extinciones, incluyendo dos aves endémicas de la isla, siendo
una de ellas un singular loro perico (Cyanoramphus
erythrotis) del que poco
se podrá ya conocer.
Además de la mega fauna marina aparece una notable biodiversidad de
invertebrados terrestres. A estos se suman igualmente los invertebrados
bentónicos del fondo marino costero. Todos estos organismos menos conocidos
son, sin embargo, de gran interés científico.
No obstante la verdadera reina de la isla es la vegetación debido a la
ausencia de auténtica fauna terrestre (nativa). Actualmente la isla se está
recuperando de los efectos de la introducción del conejo europeo, exitosamente
erradicado (véase recuadro). Las especies de flora nativa muestran una gran
adaptación al singular clima de la isla. Tal vez la más famosa es la Azorella macquariensis, endémica del
lugar y actualmente afectada por una extraña enfermedad que actualmente se
extiende en sus poblaciones, y que centra hoy un debate científico sobre si es
causa del cambio climático o un hongo patógeno, posiblemente se trate del
efecto combinado ambos. Pleurophyllum hookeri es quizá la más hermosa, y tiene
la singularidad de florecer cada 3 años. Pero son Poa foliosa y Stilbocarpa
polaris las grandes herbáceas dominantes en las fuertes pendientes de la
isla, recolonizando progresivamente las laderas que fueron paulatinamente
esquilmadas por los conejos. A su vez especies oportunistas de origen europeo
introducidas a lo largo de la historia humana en la isla han visto favorecida
su colonización en gran medida gracias a la dispersión de conejos y roedores, y
las perturbaciones de estos causadas en la flora local. Actualmente aparecen
ampliamente extendidas tres especies: Poa
annua, Cerastium fontanum y Stellaria media.
Junto a las 45 plantas vasculares presentes se dan en la isla cerca de 80
de especies de musgos, unido a unas 50 especies de hepáticas, otras 50 de
hongos y un centenar líquenes, de tal manera la flora criptógama es altamente
rica ocupando ambientes extraordinariamente diversos y tiene un importante
papel en la generación de hábitats para las anteriores.
Ecología y gestión ambiental
Debido a la singular biodiversidad y geofísica anteriormente descrita la
isla Macquarie es hoy un lugar emblemático altamente protegido cuyo acceso está
altamente restringido a los participantes de cada campaña de investigación. Si
bien, se permite la actividad turística regulada a la estación científica y
alrededores, y a las pingüineras de Bahía Sandy, en visitas coordinadas por los
ranger de la isla. Pese a su ubicación remota se trata de un destino muy
demandado (principalmente por australianos) y que conlleva un alto coste en
unos pocos cruceros de lujo que llegan a la isla cada verano para realizar
avistamientos privilegiados.
La preservación de la naturalidad de la isla conlleva grandes medidas de control
ambiental en materia de bioseguridad con las que se pretende reducir al mínimo
el riesgo de introducción de especies por el hombre y su detección temprana.
Por otro lado cada actuación en la isla es sujeta de una evaluación ambiental y
permitida solo bajo protocolos específicos, a fin de evitar generar cualquier
tipo de impacto que afecte a sus valores naturales (Dpt. De Parques y Vida
Salvaje de Tasmania, 2006). No obstante, la isla no queda exenta de amenazas
externas como la acumulación de basura marina de procedencia global o los
efectos físicos del cambio climático.
En cuanto a los expedicionarios y sus actividades en la isla, debido al
tamaño de ésta, solo son abarcables mediante el apoyo de una red de cabañas
junto a la estación científica. La base permanente (aislada durante el
invierno) hoy en día tiene una capacidad máxima para 50 personas, y en ella se
alojan investigadores, rangers/montañeros así como un potente equipo de
mantenimiento. Entre las actividades de investigación actuales se incluyen
observaciones meteorológicas y geofísicas, así como estudios de biología
marina, ecología terrestre y biorremediación.
Las poblaciones de mamíferos marinos (aún
mermadas por la caza masiva) y aves nidificantes, diezmadas por la depredación
por parte de gatos introducidos, son monitoreadas anualmente en la isla. En
particular se siguen con atención los nidos de albatros errante, mundialmente
amenazados y cuya recuperación en la isla es vital para evitar su extinción.
Desde que la isla de Macquarie fue
descubierto en 1810, numerosas especies de mamíferos fueron introducidos por la
actividad humana, ya sea deliberada como fuente de alimento o accidentalmente.
Algunas especies se extinguieron de forma natural, mientras que otros
persistieron. Entre los impactos reconocidos se incluyen la destrucción de las
comunidades vegetales y desestabilización de las pendientes por el pastoreo de
conejo, y la depredación de los aproximadamente 60.000 aves marinas cada año
por los gatos salvajes (Shaw y col. 2005).
La gestión de especies introducidas comenzó con los ensayos de control de
conejo en la década de 1950, pero estos fueron relativamente ineficaz. La
introducción de virus de mixomatosis en 1978 logró reducir el número de conejos
en un 90%, y una continuada liberación anual del de virus mantuvo los niveles
bajo control hasta que el virus comenzó a perder virulencia alrededor de 2000. La
gestión del gato asilvestrado comenzó a mediados de la década de 1970 y se
intensificó en 1998 con un programa de erradicación objetivo, lo que se logró
en 2002. Asimismo la Weka, un rálido de no volador de Nueva Zelanda introducido
como fuente de alimento fue erradicada en 1988. El reciente programa de
erradicación del conejo europeo, ratones y ratas en la isla es posiblemente el
más ambicioso realizado a nivel mundial hasta la fecha (Terauds y col. 2014).
Estudios ecológicos sobre especies
invasoras y cambio climático. Actualmente las especies invasoras más destacadas son plantas vasculares
generalistas aunque a éstas se suman los números invertebrados introducidos. Poa annua (gramínea) es la especie más
extendida, pero también se dan Cerastium
fontanum y Stellaria media
(cariofiláceas). En 2014 un ranger (Chris Howard) encontró un pequeño núcleos
aislado con dos nuevas especies no nativas de gramíneas, posteriormente
identificadas por el presente autor (LRP) como pertenecientes del género Agrostis (Pertierra, com. personal). Las
medidas de bioseguridad son muy altas, pero el panorama de cambio global (esto
es, la mayor actividad humana unida a la modificación del clima) facilita
nuevas colonizaciones. A su vez el equilibrio entre las comunidades
pre-establecidas se ve desplazado (Kirkpatrick y Scott, 2002). Todos estos procesos
ecológicos son fuente de estudio del presente autor (LRP) mediante la
modelización predictiva de nichos fundamentada en técnicas de computación y la
toma de observaciones en campo. La finalidad última de estas investigaciones
busca comprender mejor el comportamiento de los ecosistemas ante presentes y
futuras perturbaciones humanas así como elaborar estrategias de gestión
anticipatorias.
EL PROGRAMA DE ERRADICACION DE PLAGAS EN ISLA MACQUARIE
Tras la eliminación de los gatos y wekas, las especies invasoras que quedan
en la Isla incluyen los conejos, ratas negras de barco y ratones domésticos.
Para el año 2003 el sobrepastoreo provocado por las crecientes poblaciones de conejo
estaba causando una fuerte modificación la vegetación, a tal punto de ser
evidente en todo el paisaje de la isla. El número de conejos se había disparado
en la pasada década resultado de: 1) el agotamiento de un agente de control
biológico (mixomatosis); 2) la eliminación de la depredación de gatos; y 3) una
fuente de alimento abundante (después de 20 años de bajos números (Terauds y col.
2014).
Reconociendo que los medios más eficaces para erradicar los conejos y
roedores utilizan justamente metodologías similares, en 2004 se inició desde la
Administración de Parques de Tasmania la creación de un plan de erradicación de
especies múltiples. En 2006 se propone una operación de cebado aérea utilizando
la toxina ‘brodifacoum’ y la caza de seguimiento dirigido conejos
sobrevivientes.
Simultáneamente a los daños crecientes una fuerte campaña de
sensibilización caló a la sociedad australiana. Esto hizo que los políticos se volcaran
en consecuencia, financiando este ambicioso proyecto de actuación con 24
millones de dólares proporcionados conjuntamente por los gobiernos de Australia
y Tasmania, en junio de 2007.
Los siguientes tres años se prepararon los distintos elementos de
planificación y se obtuvieron hasta 32 permisos y aprobaciones necesarias. Gran
parte de este tiempo se empleó para formar hasta 11 perros para la detección de
conejos y 3 más para roedores, además de la organizar la logística para el transporte
de cuatro helicópteros y 305 toneladas de cebo, más suministros, equipo y
personal a una isla 12.870 hectáreas, ubicado en el Océano del Sur, a 1.500 kilómetros
desde Hobart, la capital de Tasmania.
El acto de cebado aéreo masivo estaba programado para el invierno de 2010,
pero por problemas de disponibilidad la llegada del barco de suministros a la
isla se retrasó 5 semanas. A este imprevisto le siguieron extensos periodos de
fuertes vientos y nubes bajas que mantuvieron los helicópteros en tierra.
Frente a estas condiciones adversas, el equipo se retiró después de conseguir cebar
sólo un 8% de la isla. La campaña de cebado se retoma en el invierno de 2011, y
este segunda intentona progresó mucho mejor, completando el 100 % del territorio
insular a mediados de julio (mitad del invierno austral). El equipo de cebado movilizó
a 29 personas y cuatro helicópteros AS350.
A resultas se produjo igualmente una cierta mortalidad asociada al cebado
en hasta seis especies de aves marinas presentes en la isla, sin embargo se
prevé que las poblaciones a largo plazo no se vean afectados. No se observó ningún
rastro de roedores después de que el cebado aéreo terminase, pero como cabía
esperar, un pequeño número de conejos sobrevivieron a partir de la población de
partida estimada en más de 150.000 (Terauds y col. 2014). La caza con perros,
trampas y armas de fuego comenzaron inmediatamente después del cebado y
exactamente 12 conejos fueron cazados en los cinco meses después de completar
el cebado. Se llevó a cabo un seguimiento durante otros 2 años y medio para
asegurarse de que no quedaran otros conejos en la isla, y en 2013, dos años
después del cebado, un equipo de vigilancia de roedores pasó un año en la isla
realizando una comprobación de la completa ausencia de los mismos.
En abril de 2014 se cumplieron casi tres años sin nuevos avistamientos de conejos
o roedores a pesar de la continua búsqueda exhaustiva realizada interanualmente
por los equipos de caza, que en conjunto cubrieron 92.000 kilómetros de
recorrido acumulado. En este mes se da por finalizada la labor de seguimiento
exhaustivo. De tal forma la erradicación de las tres especies puede ser
declarada ya un éxito total. Este es un logro importante la conservación y convierte
a la isla Macquarie, con mucho, en la isla más grande en todo el mundo en la
que se han erradicado los conejos, ratas y ratones introducidos por el hombre.
Como con cualquier acto de erradicación, el reto fundamental a partir de ahora
es evitar que los roedores vuelvan a invadir la isla a través del cargo
transportado en barco para abastecer a la isla. Asimismo es de suma importancia
mantener medidas estrictas de bioseguridad a fin de proteger los logros
alcanzados a través de la erradicación de conejos y roedores.
CONCLUSIONES: La isla Macquarie empieza a resurgir en
todo su esplendor tras décadas de alteraciones. Algunos cambios son ya
evidentes en el ecosistema de la isla Macquarie. En ausencia de pastoreo de
conejo, la vegetación se va recuperando por toda de la isla. Además de la
recuperación de muchas especies en todo su rango de distribución, algunas otras
plantas se encuentran creciendo en lugares que han sido nunca antes
registrados. Sin depredación por roedores, los petreles azules (Halobaena caerulea) rápidamente se han
restablecido en la isla principal, hasta ahora refugiados en islotes aislados.
Igualmente los petreles dameros (Daption
capense) se están reproduciendo en mucho mayor número. Los gaviotines antárticos
(Sterna vittata) están regresando a
criar en playas, su hábitat preferido, desde los acantilados donde habían
buscado el refugio de ratas.
Si bien, aún queda hoy pendiente el gran reto de la eliminación de las
herbáceas invasoras existentes así como el freno y detección temprana de nuevas
introducciones accidentales. Esta tarea es especialmente compleja ante las
perspectivas de cambio climático. No obstante a través del estudio a fondo de
su autoecología junto con las nuevas técnicas de modelización predictiva se
esperar disponer las herramientas para afrontar este próximo reto en un lugar
santuario de la vida silvestre.
De cara al futuro, es emocionante especular sobre el aspecto de la isla
Macquarie dentro de 20 o 30 años de tiempo libre de los gatos, conejos, ratas y
ratones - ya que nadie hoy en vida ha visto la isla Macquarie sin los impactos de
estos animales introducidos. Es probable que la isla será casi irreconocible
para aquellos que están familiarizados con ella hoy...
Texto: Luis R. Pertierra (Fuentes: Propias, Department of Parks, Wildlife and
Heritage, Tasmania (2006) Macquarie Island Nature Reserve Management Plan, Hobart. A. Terauds, J. Doube, J. McKinlay & K. Springer (2014) Using
long-term population trends of an invasive herbivore to quantify the impact of
management actions in the sub-Antarctic Polar Biology 37:833-843. J.B. Kirkpatrick
& JJ Scott 2002. ‘Change in undisturbed vegetation on the coastal slopes of
subantarctic Macquarie Island, 1980-1995. Arctic, Antarctic and Alpine Research
34(3): 300-307. P.M. Selkirk, R.D.
Seppelt & D.R. Selkirk (1990) Subantarctic Macquarie Island. Environment and
Biology Cambridge University Press, Cambridge 285 pages. E40.00. ISBN 0 521
26633 5. J.S. Shaw, M.J.
Hovenden & D.M. Bergstrom (2005) The impact of introduced ship rates
(Rattus rattus) on seedling recruitment and distribution of a subantartic
megaherb (Pleurophyllum hookeri), Austral Ecology 30, 118-125.
Imágenes: Luis R. Pertierra & Keith Springer (Isla Macquarie 2013-14)
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