En España si se buscan, se ven muchas setas en
el campo, estas no son más que las estructuras reproductoras de nuestra
diversidad de hongos subterraneos (seres del reino fungi, típicamente del grupo
basidiomicetos o ascomicetos). Algunas setas son comestibles, y otras no, pero
en conjunto ofrecen una variedad de curiosas formas y aspectos, y a menudo son
sujeto de atención. En esta entrada recogemos algunos de los aspectos básicos
del mundo de la micología.
Usos sostenibles; del sacar alimentos frescos
Las setas pueden ser buscadas por
mera admiración, pero habitualmente se persiguen por su valor gastronómico. Es fantástico
sentir esa sensación autosuficiente al conseguir por nosotros mismos un alimento
fresco que nos ofrece el campo sin mediar procesos productivos. Quieras que no,
te quedas más tranquilo ante un más que posible apocalipsis zombie, jejejeje. Por
desgracia solo a base de setas vamos listos, pero oye, es un comienzo… En próximas
entradas abordaremos como conseguir otros productos del campo, ¡todo a fin de
no caer en comer cerebros!
Algunas setas propiamente parecen cerebros (Sierra de Madrid, 2014) |
Sin embargo todos sabemos que si
nos ponemos todos de acuerdo en sacar las setas en poco tiempo nos quedamos sin
ellas al despojar a los hongos de su material reproductivo. Y ya sabemos, que
en un apocalipsis zombie hay que sobrevivir unas cuantas temporadas… No
obstante, conocer la ecología de las setas nos permite una extracción más
masificada minimizando los impactos (ojo, minimizando, no hay fórmulas mágicas,
la primera regla de la sostenibilidad es siempre reducir simplemente la carga de presión, esto es cogiendo menos) en
las poblaciones.
En primer lugar, una muy buena medida
es extraer la seta con un cuchillo,
sabiendo que el hongo subterraneo (al que vemos parcialmente como el micelio o ‘raíces’
de la seta) que la ha producido va a persistir dando nuevas setas en un próximo
evento reproductivo.
Un posible Boletus es extraido con cuchillo, pero la presencia de laminillas indica que no es lo que buscamos (Sierra de Madrid, 2014) |
Sabemos que las setas producen
esporas, por ello llevarlas en posición natural en cestas de
mimbre abiertas (y no en bolsas de plástico) por el campo contribuye a su
dispersión, haciéndolas un favor. Pero no nos engañemos, si las setas no son plenamente
maduras esto no sirve de mucho, aun así no deja de ser una buena práctica (todavía
no somos capaces a ojo de levantarlas la falda y a mirar si llevan propágulos
maduros). Obviamente las setas en formación (sin abrirse) no son maduras.
Cesta de mimbre con Boletus edulis (pardos), boletus estivalis (aquel de sombrero rojo grandote) y niscalos (naranjas) (Sierra de Madrid 2014) |
Por otro lado, dependiendo de la
familia de setas, la dispersión pasiva no es tan efectiva (sobretodo las que no
tienen estructuras laminares). Y por ejemplo en los boletales la práctica
apropiada sería eliminar la capa de inferior del basidio (sombrero) que
concentra las esporas (que además suele tener mal sabor y no es aprovechable) e
irla dispersando los fragmentos por
el campo cuales migas de pan.
Este magnifico Boletus muestra su capa verdosa generadora de esporas, hay que retirarla y dispersarla para favorecer nuevos boletus (Sierra de Madrid, 2014) |
Con estos sencillos gestos
facilitamos mucho la reaparición de nuevos organismos.
Dónde
encontrarlas
Las setas aparecen en multitud de
ambientes, aunque la presencia de humedad estimula su número. Por ello son
comunes en los bosques ibéricos (robledales, pinares, encinares) amparadas por
una bóveda de vegetación. Sin embargo algunas también se dan en matorrales
abiertos como jarales. A menor escala es más probable encontrarlas en sitios
donde la retención de agua sea mayor, por ejemplo en un bosque de montaña con
mucha pendiente, en aquellos salientes en los que el terreno ondula
ligeramente.
Algunas setas de pinares presentan conformaciones particularmente hermosas (Sierra de Madrid, 2014) |
Relacionado con lo anterior un factor decisivo es la calidad del
suelo, un terreno rico en materia orgánica retiene agua y nutrientes y favorece
la aparición de las setas. De tal forma cuando vemos unas setas creciendo
(aunque no sean las que buscamos) esto es indicador de buenos suelos en ese
tramo, y conviene inspeccionar la zona en busca de otras más suculentas. La temida
Amanita muscaria (venenosa/alucinógena) es en realidad un muy buen faro de
señalización de la proximidad de otras setas interesantes ¡así que ya cumple
una generosa función!
Amanita muscaria nos indica de que el terreno es fertil, y otras setas pueden andar cerca (Sierra de Madrid, 2014) |
Finalmente señalar que tanto la primavera como el otoño son buenas épocas de recogida de setas, ¡pero aparecen todo el año tras las lluvias! El mejor momento es tras una semana de lluvias, y no después de mucho calor, pues se agrietan como la Amanita de arriba.
Consejos para identificarlas y evitar intoxicaciones
La recogida de setas genera mucha
desconfianza por miedo al envenenamiento. Y es cierto que hay muchas especies
toxicas. Por ello es recomendable seguir unos criterios de identificación y
seguridad. En primer lugar, ir al campo al menos la primera vez con un
aficionado asiduo es lo ideal. Llevarse un libro ayuda, pero no se debe caer en
el error habitual de mirar las especies por las fotos, cada individuo en el
campo es distinto y de ahí su hermosura. Por otro lado es importante conocer lo
que se quiere sacar, es muy difícil conocer todas las especies y sus efectos,
por lo que es mucho mejor centrarse en reconocer las que deseamos recolectar, y
asegurarnos de no confundirlas con otras potencialmente semejantes. Si sabemos
lo que buscamos, todo lo demás nos da igual.
Un libro de Setas nunca sobra (Sierra de Madrid, 2014) |
Otras medidas de seguridad
recomendables incluyen sentir al tacto los organismos, y si están viejos/ablandados
es posible que tengan un agusanamiento, por lo que es preferible dejarlos.
Aunque siempre se puede comprobar con un cuchillo habiendo el sombrero o el pie
y viendo si hay estrías o canales abiertos por gusanos. La mejor medida en casa
es congelar lo recolectado, y así
seguro que los posibles gusanos se mueren aunque se pierda el frescor. Una
segunda medida de seguridad es cocer
las setas en casa previamente a cocinarlas en sartén u otros medios, de esta
forma se destruyen muchas sustancias toxicas, por lo que si nos hubiéramos confundido,
el daño sería mucho menor (algunas personas expertas cocinan muchas de las
especies peligrosas a sabiendas de que una apropiada cocción las convierte en
aptas ¡pero no somos expertos!)
Típicamente se recogen boletos
comestibles y níscalos o champiñones, quizá sorprendentemente yo recomiendo
personalmente dejar los champiñones de lado de primeras, ya que las setas
blancas son particularmente variadas y confusas. Los níscalos en cambio son muy
peculiares, y apenas hay nada con que confundirlos, ¡siempre que tengas claro
como reconocerlos! Los boletus por su parte son muy codiciados, entrañan más
riesgo por la presencia de especies toxicas pero estas se distinguen con pautas
marcadas.
Niscalo (Lactarius deliciosus), de color anaranjado, aparecen casi enterrados entre la hojarasca (Sierra de Madrid, 2014) |
Hermosa seta no comestible semejante a un niscalo, si bien distinta de color, porte y ambiente (Sierra de Madrid, 2014) |
Aficionados a la micología, dejar
aquí vuestras preguntas, ideas o recomendaciones
Fuentes: Locales (David y cía),
Propias (Luis R. Pertierra).
Imágenes: Luis R. Pertierra
(Sierra Madrileña, España 2014)
Agradecimientos: A David por sus
valiosas lecciones, a Irene como una gran coordinadora de actividades, al grupo
de Amigos Madrid y Lewis For Earth Madrid.
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